La forma geométrica con más caras es el politopo de dimensiones altas, un término general que describe formas en dimensiones superiores a tres. Sin embargo, dentro de las formas tridimensionales, los cuerpos con más caras suelen ser los poliedros tipo esfera geodésica o poliedros que resultan de subdivisiones repetidas.Leo politopo o geodésica por primera vez en mi vida y me digo: ostras, tú; politopo, qué quieres que te diga, pero geodésica me parece una palabra preciosa. ¿Te describirías como una persona poliédrica, Ingrid? Pues mira, si me permites el matiz, creo que tiendo más a geodésica, ahora que lo pienso.
La sociedad necesita poder colgar etiquetas, clasificarte en archivadores mentales para que luego, durante la comida de Navidad, puedan decirle al pariente de turno: esto es blanco, esto es negro, lo que hace esta es así, lo que hace aquella otra es asá. Pero oye, lo siento: la mayoría de las personas somos complejas. O eso es lo que quiero creer para sentirme menos amorfa.
Llevo fatal esto de no cumplir con mi palabra. La gente que ha trabajado conmigo lo sabe —¿verdad, Tiago?—. Si a un La forma geométrica con más caras es el politopo de dimensiones altas, un término general que describe formas en dimensiones superiores a tres. Sin embargo, dentro de las formas tridimensionales, los cuerpos con más caras suelen ser los poliedros tipo esfera geodésica o poliedros que resultan de subdivisiones repetidas.
Leo politopo o geodésica por primera vez en mi vida y me digo: ostras, tú; politopo, qué quieres que te diga, pero geodésica me parece una palabra preciosa. ¿Te describirías como una persona poliédrica, Ingrid? Pues mira, si me permites el matiz, creo que tiendo más a geodésica, ahora que lo pienso.
Bromas aparte, nunca he sido capaz de decir: yo soy así o yo soy asá. Cada día respondería una cosa diferente, y sospecho que eso complica las cosas. La sociedad necesita poder colgar etiquetas, clasificarte en archivadores mentales para que luego, durante la comida de Navidad, puedan decirle al pariente de turno: esto es blanco, esto es negro, lo que hace esta es así, lo que hace aquella otra es asá. Pero oye, lo siento: la mayoría de las personas somos complejas. O eso es lo que quiero creer para sentirme menos amorfa.
El miércoles pasado me subía al escenario de la Sala Taro, en el barrio de Sants de Barcelona, junto a Enric Farrés Duran y Miguel Ángel Blanca, para hacer un ensayo abierto al público de lo que es nuestro nuevo proyecto musical: Les Eminències. Hacemos punk desenfadado en catalán donde yo, además de rasgar la guitarra, canto gritando. Después de la actuación me quedé en una especie de shock, y sé que no fui la única. Mucha gente no conocía esta faceta mía, y yo llevaba dieciocho años sin hacer la única cosa que daba sentido a mi vida de adolescente. A los dieciséis años me fui de casa y monté una banda de punk con cuatro chicas de Osona para cagarnos en el patriarcado y comernos la comarca, pero al cabo de tres años nos separamos: dos de las integrantes empezaron a estudiar medicina y la postura del punk parecía incompatible con la de hincar codos.
La cuestión es que, poco a poco, yo también empecé a sentir que mi forma no encajaba en la caja del diseño suizo. Entré por la puerta del primer estudio donde trabajé con medias rojas rotas y Converse, y salí con pitillos y Chelsea Boots. Creía, pues, que para ser una buena profesional del diseño era necesario dar una buena imagen y que, además, para seducir a clientes con presupuestos más que dignos, mi trabajo también debía percibirse armonioso, elegante y elevado. Y así fue. Al cabo de pocos años, la gente empezó a describir mi trabajo como cuqui, y yo me indignaba ante una descripción tan bidimensional y poco auténtica. Mea culpa. Me lo busqué.
Con todo esto no quiero decir que lo que he hecho haya sido falso. Adoptar una forma u otra seguramente ha contribuido a llegar a ciertos lugares concretos. Pero lo que ahora siento es que es un error simplificarnos de por vida. Somos la suma de muchas formas y, ante esto, ¿qué es la coherencia sino la armonía del caos que existe fuera de las cajas?
Un abrazo desde el H6,
Ingrid